La pandemia, tras los barrotes de una prisión de Cádiz

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La pandemia, tras los barrotes de una prisión de Cádiz:


La pandemia que asola el mundo se vive también allí donde el movimiento está muy limitado. Donde no hay opción para elegir donde ir cada día o salir a cenar o al cine o de compras, o al bar de la esquina, o pensar en cómo será este año la cena de Nochebuena. Pero en las prisiones la vida pasa también. Y también se corren los mismos riesgos. Tanto los reclusos que habitan por diversas causas en estos centros penitenciarios, como los trabajadores que cumplen diariamente en ellos su servicio. Las medidas de prevención se tienen que cumplir del mismo modo porque el virus no entiende de las circunstancias personales de nadie. Sin embargo, estas premisas se hacen quizá algo más especiales en estos lugares donde a veces cuesta más que haya una cierta disciplina per se, por lo que, si cabe, ese control que ya se torna aún más necesario.

De momento, desde que el Covid-19 comenzó a extenderse por España, no ha habido problemas de gravedad en cuanto a contagios en las cuatro cárceles de la provincia. Aunque esta segunda ola parece que está resultando un poco más complicada. Según datos recogidos por este periódico, actualmente hay cinco reclusos que están aislados al haber dado positivo en coronavirus, además de dos funcionarios afectados por la enfermedad y más de una decena de ellos en cuarentena.

Por prisiones, en Puerto III, la mayor de las cárceles, son dos los reclusos afectados. Uno de ellos dio positivo recién llegado de la cárcel de Soto del Real, a pesar de que,según denunciaron los funcionarios de prisiones, ya había tenido síntomas en su centro de origen. Algo que les indignó debido a que además tuvo contacto con otros presos durante la conducción, además de con los trabajadores y los guardias civiles. Además, en este mismo centro, también dio positivo recientemente otro recluso que volvía de un permiso penitenciario. Del módulo diez se le trasladó al de ingresos para ponerlo en cuarentena. Y, la tercera afectada de esta prisión es una funcionaria que ha estado en aislamiento.



En Puerto II la situación es similar. Hay dos presos positivos. Uno de ellos tras mantener un vis a vis con su mujer. Y un monitor de taller productivo en aislamiento. Éste y otro interno fueron al parecer contagiados por el primero ya que comparten espacios en el taller de panadería. Y en Puerto I, la cifra se ha complicado estos días con tres funcionarios afectados, lo que ha obligado a poner a una decena de estos trabajadores en cuarentena. En Botafuegos, Algeciras, un interno también está aislado con síntomas de Covid.

Pero, ¿cómo se controla una pandemia en prisión? Pues desde la Secretaría General se impusieron una serie de normas para evitar riesgos, aunque estas reglas se han ido modificando como en el resto del país según ha ido evolucionando la epidemia. Entre las que se han mantenido ahora mismo, el preso que vuelve de permiso o que ingresa ‘nuevo’ de la calle tiene que guardar una cuarentena de diez días solo en su celda. El aislamiento en prisión significa que el interno solo puede salir de la celda para hacer la llamada telefónica pero ésta la debe de hacer en horario que no sea de patio. El objetivo es evitar que haya cualquier contacto con el resto de reclusos.

En cuanto a las comunicaciones con el exterior, los denominados vis a vis, como se recordará durante el primer estado de alarma se suspendieron. Esa decisión también se tomó por una consecuencia lógica debido a que la población estuvo confinada por lo que les era imposible poder trasladarse a la prisión para hacer las visitas. También para evitar posibles contagios. Pero tras levantarse el primer estado de alarma esta prohibición se anuló y se volvió a activar este sistema de comunicaciones. Con una medida. Tanto el visitante como el interno tienen que firmar un papel de responsabilidad. En él quien acude al vis a vis asegura ser negativo y que no ha tenido recientemente un contacto con algún afectado. Por parte del interno, se compromete a usar la mascarilla durante diez días en todos sus movimientos por la prisión.

Desde este pasado lunes una orden obliga por primera vez a los reclusos a ponerse la mascarilla fuera de su celda
Esta último requisito ya es desde este pasado lunes obligatorio tengan o no vis a vis. La Secretaría General ha enviado a todos los centros una instrucción por la que se estima conveniente recomendar la utilización de mascarillas higiénicas reutilizables por parte de todas las personas privadas de libertad, «fundamentalmente en todas las situaciones en que se tenga relación directa con otras personas, salvo que, por razones sanitarias o indicación médica, necesiten utilizar mascarillas de otro tipo o tengan contraindicado su uso y en este supuesto, deberá extremarse la precaución de mantener la distancia social», indica la circular.

Se da además la circunstancia que una importante parte de la población reclusa tienen patologías severas por lo que un contagio por coronavirus podría derivar en algunos casos en situaciones muy graves. Funcionarios de prisiones vienen advirtiendo de este hecho desde el principio de la crisis sanitaria. «Hay enfermos de hepatitis, de VIH, de tuberculosis, de afecciones respiratorias o cardíacas por lo que un brote en prisión podría ser fatal».

También hay que tener en cuenta que en módulos como los de Puerto III llegan a convivir en espacios comunes más de un centenar de presos, por lo que los contactos entre ellos a menudo son complicados de evitar. «Ellos están preocupados por lo que ocurre fuera y algunos preguntan sobre todo por cómo les puede afectar a sus familiares, otros, viven al margen de la sociedad y no acatan ninguna norma por lo que el control y la previsión siempre es crucial».



Funcionarios de prisiones denuncian la falta de pruebas PCR:

El sindicato de funcionarios de prisiones CSIF denuncia que desde que comenzó la crisis sanitaria no se les están haciendo pruebas PCR al personal laboral de los centros penitenciarios cuando hay sospechas de que puedan haber contraído el coronavirus a pesar de la infinidad de reclamaciones que han hecho en este sentido. «Tras ir al médico nos dejan diez días en cuarentena pero no nos practican ninguna prueba que confirme si realmente esa persona ha cogido la enfermedad», lamenta Ángel Luis Perea, representante de CSIF en Puerto III. Por ello han cursado varios escritos a la Dirección General de Instituciones Penitenciarias y también a la Subdelegación del Gobierno para que medie en este asunto. Creen que sería «clave» para poder evitar brotes en prisiones y afectar a otros compañeros y también a los propios reclusos.


Fuente: La Voz Digital
 
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