Fuente de la noticia: Sindicato CCOO
Con la excusa de un libro que nos ha gustado, hablamos del auge de la ultraderecha, del ensimismamiento de cierta izquierda o la esperanza depositada en que los feminismos nos conduzcan a la redención. Ocurre que el capitalismo ya no es fundamentalmente represivo como pudo serlo en un pasado reciente. Ahora es más -o también- incitador y seductor, optimizador y maximizador. La presión para el rendimiento y la competitividad sustituye a la represión y conduce a la depresión. Los y las ciudadanas ya no necesitamos que nos disciplinen por que venimos disciplinados de casa. Una cosa es tener conciencia y otra distinta energía motora. Porque no nos engañemos… La toma de conciencia sin deseo de cambio no es nada. ¿Es eso una especie de lucidez impotente?
En este rato que vamos a pasar contigo vamos a lanzar una pregunta, ¿Cuáles la relación entre capitalismo y deseo? ¿Puede ser que esta estructura económica y social sea, también, un ladrón de nuestra voluntad? Nos interrogamos por nuestros diversos malestares en relación al sistema y qué relación tiene eso con el hecho de que la vida se haya vuelto mercado.
Ocurre que se nos promete la felicidad, pero lo que se reproduce realmente es sufrimiento y malestar, en forma de precariedad, endeudamiento y dolor psíquico. En estas circunstancias y, paradójicamente, la derecha parece hoy más eficaz que nadie para canalizar esa desazón y su fuerza de rechazo (Trump, Bolsonaro, Milei), mientras que las estrategias de comunicación y de todo tipo y las políticas de contención de la izquierda se muestran insuficientes.
Alrededor de este fenómeno, hay un autor que le ha dado algunas vueltas con tal suerte que hoy le sentamos contigo en este "Gente con clase”. Hablamos de Amador Fernández-Savater, que ha publicado el libro que protagoniza nuestro programa de hoy, "Capitalismo libidinal” que edita NED Ediciones. Hoy nos vamos a preguntar si es posible reapropiarnos de nuestro malestar –que ha perdido fuelle, vigencia o algo así como nos hubieran quitado las ganas de vencer como canta el tema de Vetusta Morla- como energía de transformación social.
Con la excusa de un libro que nos ha gustado, hablamos del auge de la ultraderecha, del ensimismamiento de cierta izquierda o la esperanza depositada en que los feminismos nos conduzcan a la redención. Ocurre que el capitalismo ya no es fundamentalmente represivo como pudo serlo en un pasado reciente. Ahora es más -o también- incitador y seductor, optimizador y maximizador. La presión para el rendimiento y la competitividad sustituye a la represión y conduce a la depresión. Los y las ciudadanas ya no necesitamos que nos disciplinen por que venimos disciplinados de casa. Una cosa es tener conciencia y otra distinta energía motora. Porque no nos engañemos… La toma de conciencia sin deseo de cambio no es nada. ¿Es eso una especie de lucidez impotente?
En este rato que vamos a pasar contigo vamos a lanzar una pregunta, ¿Cuáles la relación entre capitalismo y deseo? ¿Puede ser que esta estructura económica y social sea, también, un ladrón de nuestra voluntad? Nos interrogamos por nuestros diversos malestares en relación al sistema y qué relación tiene eso con el hecho de que la vida se haya vuelto mercado.
Ocurre que se nos promete la felicidad, pero lo que se reproduce realmente es sufrimiento y malestar, en forma de precariedad, endeudamiento y dolor psíquico. En estas circunstancias y, paradójicamente, la derecha parece hoy más eficaz que nadie para canalizar esa desazón y su fuerza de rechazo (Trump, Bolsonaro, Milei), mientras que las estrategias de comunicación y de todo tipo y las políticas de contención de la izquierda se muestran insuficientes.
Alrededor de este fenómeno, hay un autor que le ha dado algunas vueltas con tal suerte que hoy le sentamos contigo en este "Gente con clase”. Hablamos de Amador Fernández-Savater, que ha publicado el libro que protagoniza nuestro programa de hoy, "Capitalismo libidinal” que edita NED Ediciones. Hoy nos vamos a preguntar si es posible reapropiarnos de nuestro malestar –que ha perdido fuelle, vigencia o algo así como nos hubieran quitado las ganas de vencer como canta el tema de Vetusta Morla- como energía de transformación social.
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